Fantasmas del pasado  

Posted by aliere in , ,

No suelo hablar mucho de religión en mi blog. Es un tema delicado, porque las personas que tenemos ciertas creencias estamos un poco hasta el moño de que todo el mundo pueda reírse o meterse con nosotros mientras tú no puedes decir nada so riesgo de ser tachada de extremista. Aún recuerdo a una expareja que tenía el atrevimiento de tacharme de idiota por mis creencias cuando yo no iba por ahí con el crucifijo en la mano persiguiéndole por las calles gritando "Penitenciágite", ni mucho menos. Pero hoy me ha pasado algo que me ha hecho pensar y tener ganas de contaros un poquito mi experiencia en este sentido.

Mi historia es la de mucha gente, supongo. Una familia católica, educación en colegios de monjas y campamentos con la parroquia. De ahí pasé a algo más, digamos, comprometido: unos grupos donde la gente contaba su vida y el resto te daba su opinión y te ayudaba. Desde fuera y con el tiempo la cosa pintaba un poco radical, no lo voy a negar. En aquella época iba a misa todos los días, daba catecismo, iba al asilo a escuchar las historietas de unos ancianitos y tocaba la guitarra en la misa de los niños, más que nada porque si no era insoportablemente aburrida. Tampoco estaba muy bien visto que te echaras novio si no era creyente, por lo que los grupitos terminaban por ser endogámicos y cerrados.

Ahora bien, la verdad es que en aquél momento para mí era poco más que una pandilla de amigos, sólo que cambiando el parque y la discoteca por el bar de en frente de la parroquia. Fue un modo de conocer a gente con la que aún tengo relación, de aprender a valerme sin mamá y papá en aquellos campamentos de verano y, siendo sincera, siempre tuve claro que si me echaba un novio no creyente tampoco se lo iba a decir a nadie. Claro que en aquellos momentos no me comí un rosco ni tenía yo tampoco mucho interés por el sexo opuesto.

Con el tiempo vino el desencanto. Aquella gente que supuestamente te escuchaba para intentar aconsejarte y ayudarte resultaba que más bien lo que le gustaba era juzgar a los demás y cargarles con pesadas piedras sin poner ni un dedo para empujar, por decirlo en plan bíblico. Así que tal y como entré me fui, comprobando cómo muchos de aquellos supuestos amigos pasaban a ni siquiera saludarme.

Ahora mismo soy mucho menos practicante y estoy segura de muchas menos cosas, aunque conservo intactas ciertas creencias interiores que no cambiaron ni cuando iba a misa todos los días ni ahora que no recuerdo la última vez que fui. Tampoco tengo traumas de curas o monjas que olvidar, ni considero que me enseñaran nada malo en ese tiempo salvo el pésimo efecto de no predicar con el ejemplo.

Y sin embargo hoy me he encontrado con una de esas personas que en otros tiempos estaba en aquel grupo. Tenía dos niños, como de unos dos y cuatro años. En los escasos dos minutos en los que me saludó y le pregunté a qué se dedicaba, el niño se escapó solo hacia la carretera, pilló una perreta monumental cuando le riñó su madre y la niña daba patadas a todo lo que encontraba por la calle o se daba cabezazos contra un cartel que había en una esquina. Entonces por un momento recordé que esa era una de las personas más radicales en aquellos tiempos, que llegó a decirme que si dejaba aquél grupo no estaba haciendo lo que Dios quería para mí. Cómo podía tener línea directa con Dios es algo que siempre me intrigó.

El caso es que mientras la veía de madre atribulada de esos pequeñines, riñendo a una y consolando al otro, pensé que tal vez todos aquellos años y la experiencia que te da ser madre la habrían hecho también ver la vida desde un punto de vista más relajado. Por un momento sentí que me reconciliaba de alguna manera con aquella chica que me señalaba con el dedo por querer seguir con mis creencias, pero en privado.

Hasta que los niños se pelearon y entonces ella les dijo: "vamos a darnos un abrazo para sentir el calor del corazón". No puedo expresaros el miedo que sentí. Por esos niños y por aquello en que yo misma pude haberme convertido.

This entry was posted on miércoles, 10 de marzo de 2010 at 21:22 and is filed under , , . You can follow any responses to this entry through the comments feed .

5 comentarios

Sólo debería darte miedo si, cuando llegue el momento, a esos niños y a tantos otros no le dan la posibilidad de elegir seguir la doctrina de sus padres o no. Si les han enseñado que hay otras opciones y que pueden elegir, entonces habrán hecho un buen trabajo. Un beso.

10 de marzo de 2010, 22:05

No creo que en estos casos se les de la opción de elegir nada. Si tú crees de verdad, si tu fe es auténtica y estás convencido de que eso es verdad, por qué vas a admitir otras opciones. Es como si yo, que para mí la teoría de la evolución es como la biblia, tuviera ahora un hijo, y le dijera: yo sé que la teoría de la evolución es cierta, pero hay gente que no cree en ella, tú puedes pertenecer a ese grupo si quieres. No, tú educas a tus hijos según en lo que tú crees. Es más facil dejarles elegir cuando tus convicciones están a prueba también.

11 de marzo de 2010, 12:12

Yo en esta ocasión paso de opinar en un tema donde si expresas tu opinión puedes ser un hereje o ser un fascista de los que buscan la beatificación Hitler. Como bien sabes he conocido la Iglesia Católica desde dentro, y me quedo con muy pocas personas de aquellas, quizás con sólo dos, una ya no está. No opino porque no soy quien para juzgar nada desde el momento que no me gusta que me juzguen a mi tampoco, y por otra parte como dice el dicho hay mucha gente que ve la paja en el ojo ajeno y no ve la viga en el propio.

Saludos para tod@s

11 de marzo de 2010, 17:09

Bien, el camino de las creencias es un tren del que muchos nos fuimos bajando en distintas estaciones. Así es como me siento respecto a la religión como concepto. En cuanto a la católica y a sus creyentes o ministros, prefiero no comentar, a la vista de las actitudes cerriles y antisociales de sus más conspicuas cabezas. Tu conciencia, es otra cosa y lo que creas bien está.

12 de marzo de 2010, 11:05
Anónimo  

Recuerdo muy buenos momentos de aquellos años, Aliere. Pero me quedo con la intolerancia y el cómo nos manejaban a base culpa. Yo siempre tuve la mente demasiado abierta para aquella gente. Y cuando decidí empezar a ser yo la responsable de mis actos y sus consecuencias, todo aquello dejó de tener sentido. El dios que ellos intentaban obligarme a aceptar no acababa de ser el dios en el que yo creía.
Y personalmente sólo me arrepiento de no haberlo dejado antes.

13 de marzo de 2010, 15:23

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