San Alejo, el santo cabrón  

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El otro día el poeta me prestó este DVD de la ópera "Il sant' Alessio", que Stefano Landi compuso en 1631. Inmediatamente me llamó la atención tanto la puesta en escena como el propio argumento de la historia.

La escena nos permite viajar en el tiempo, es como si nos hubiéramos mezclado con el público que la vio por primera vez en el Palazzo Barberini de Roma. Además del decorado y los gestos, que por momentos parecen sacados de un cuadro de la escuela flamenca, sobre todo porque podemos ver un reparto exclusivamente masculino. Hay que reconocer que a nosotros se nos hace raro ver a la madre y a la esposa del protagonista de esta guisa:



Pero tenemos que tener en cuenta que en el siglo XVII las mujeres no podían participar en esta clase de eventos públicos, y además influía que la escuela napolitana de Porpora de castrati era realmente excelente, pues de allí salieron los más famosos, como Farinelli. Sí, un castrato (o capón, como se les llamaba en España) es exactamente lo que estáis pensando, un niño al que se le extirpaban los testículos para conservarle su voz aguda. Para quitaros la mueca de dolor que imagino habréis puesto los lectores masculinos de este blog, os diré que no eran impotentes, no todos perdían la líbido y además tenían mucho éxito entre sus legiones de admiradoras, a las que les pirraba que una aventura con ellos no pudiera terminar en embarazo. Para saber más os dejo un conjunto de artículos de la revista kindsein de lo más interesante, entre los que podéis leer una carta para convencer a un niño de las bondades de deshacerse de los cojoncillos o escuchar al último castrati, aunque advierto que era malísimo el pobre.

Como desde el siglo XIX el amor de los hombres por sus gónadas supera al que sienten por la música, el papel de los castrati en esta producción lo hacen nada menos que nueve contratenores. Podríamos decir resumiendo un poco que un contratenor es un cantante que utiliza sobre todo el registro de cabeza para conseguir notas muy agudas. El falsete o voz que ponéis los chicos cuando intentáis imitar a Pe dándole el óscar a Almodóvar, vamos, pa entendernos. Aunque ojo, no pueden sustituir realmente a un castrato porque aquellos seguían conservando su laringe infantil mientras el resto de sus órganos, como los pulmones, crecían. Así que su voz era tan aguda como la de una soprano pero con más brillo y potencia, y podían mantener las notas durante minutos.

Pero si la puesta en escena ya es curiosa de por sí el argumento me pareció de lo más delirante. El joven Alejo era un niño pijo al que de repente le da un aire y decide huir de la casa de papá para renunciar a todo por Dios. Y nada menos que el día de su boda, ahí es ná. Vaga de un lado a otro hasta que llega a Siria, pero vivir pobremente le parece poco al zagal y decide mortificarse más aún. No se le ocurre nada mejor que irse a pedir asilo a su propia casa, disfrazado como mendigo, para asistir en primera fila y con unas palomitas al sufrimiento de sus padres y de su esposa, que le seguían esperando angustiados. Así que en la ópera vemos cómo el diablo le tienta para que vuelva con su familia, algo en principio bueno, mientras los ángeles le confortan y le recuerdan el premio final por hacer algo que atenta contra la más elemental caridad cristiana.

Por ejemplo os voy a poner un fragmento en el que Alejo, después de ser confortado por un ángel, canta en un aria conmovedora que desea morir de una vez para ganar su premio en el paraíso. Ahí, ahí, egoistón hasta el final. Le presta su voz cristalina Philippe Jaroussky, mi contratenor favorito porque además de cantar divinamente es un encanto en persona y, por qué no decirlo, además guapetón.


La historia termina cuando palma y todos se enteran por unas cartas que llevaba encima de que el hijo/esposo que llevaban 17 años buscando lo tenían viviendo en el hueco de la escalera de casa. Que digo yo que hacen falta bemoles para hacerse santo a costa de hacer mártires a los que te quieren. ¡La santidad para ellos y que a Alejo se la quiten por cabrón y por, por... por cojones!

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4 comentarios

Pues qué quieres que te diga... a alguno lo hacía yo castrati

16 de marzo de 2009, 12:19

Auriga ¿no te gusta los poetas?

16 de marzo de 2009, 19:52

Mercenaria, no los he probado nunca, pero nunca es tarde para iniciarse al canibalismo... Total, con salsa barbacoa, todo sabe igual :P

16 de marzo de 2009, 20:36

La tentación de hacer a alguno castrati es grande, más aún lo es lo de probar lo que sea si lleva salsa barbacoa, pero os recuerdo, niños que en el blog estamos a dieta :P

Saludos a los dos y gracias por comentar ;)

18 de marzo de 2009, 12:16

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