Sobre el desamor podría hablar muchísimo, aunque gracias a Dios sólo he tenido uno. ¡Pero qué uno! Así que intentaré resumir un poco recogiendo algunas canciones que formaron la banda sonora de mi vida en aquella época.

(¿Y qué tienen que ver los jarrones? Esta tía está como una cabra). Ya va, ya va, un momento.

1ª fase: Mi vida no tiene sentido

Tu ex te ha dejado y se acaba de convertir en un jarrón. No uno bonito y caro, sino uno de esos que te regala tu suegra y que no cuadran con ningún mueble en el salón. Lo intentas pero no puedes, si no que se lo pregunten a kungfupanda con los regalos familiares extravagantes. Se supone que tienes que quitarlo de ahí, pero como lo tienes en un pedestal en todo el medio de la casa no haces más que tropezarte con él, hacerlo añicos y clavarte todos los pedacitos.

La sensación es horrible, el frío intenso que no se quita con nada y esa pregunta que se te clava en la mente: ¿por qué me dejó? ¿por qué no me quiere? ¿por qué me dice que podemos ser amigos si yo quiero ser otra cosa? ¿POR QUÉ? Es el peor día de tu vida moderna.

Consigue chocolate y cleanex en cantidades industriales, hombros amigos en los que moquear y redecora tu vida. Eso va desde meter en un caja todo lo que te recuerde demasiado a él (he dicho demasiado, en esos momentos TODO te pone llorosa) a hacer un montón de actividades para intentar pensar menos. Si nada funciona en unos meses siempre puedes hacer algo más drástico. Un mes y pico en Bolivia y yo volví como nueva. Dicen que la distancia es el olvido ¿no? Pues 2.000 km. no está mal para empezar.

Por entonces la vida te parece una mierda, así que casi cualquier canción vale. Al fin y al cabo te va a parecer que todas hablan de él o ella y de vuestra historia. ¿A que sí? Por poner un ejemplo yo lloraba como una perdida con cosas como ésta:



Sólo un consejo: en este estado ni te acerques a Maná. Después de un viaje de 7 horas a Orense escuchando sus grandes éxitos no sabía si cortarme las venas o dejármelas largas. ¿Pero hay alguna que sea un poco alegre? Si no pide que le arranquen el corazón, hay una loca esperando en el muelle de San Blas, se le olvidó otra vez que sólo él la quiso... Y pa una vez que moja, ¡es en labios compartidos!

2ª fase: Pablo, ¿y quién coño es Pablo?

Esta fase es la más divertida, una vez que se te ha pasado el cóctel hormonal y la ruptura no es más que un recuerdo. Entonces sonríes cada vez que piensas que pasaste un tiempo haciendo todo lo que él o ella detestaba sólo para ¿fastidiarle? Si le gustaba la comida italiana te empachas a rollitos de primavera, si te ibas con ella al cine a ver comedias románticas con ojitos de besugo enamorado porque eran las que más le gustaban, te da por las pelis de miedo con mucha sangre. Si le gustaban los Beatles te da por el Heavy Metal.

El jarrón se ha caído del pedestal y rueda por el suelo, pero cuidado, que no vas a poder destruirlo aunque quieras. Si los de la dinastía Ming fueran tan resistentes como un jarrón-ex los utilizarían como sacos de boxeo en los gimnasios. Para entonces además te enterarás de que él o ella ya está con otro u otra, y por tiempo que haya pasado te comerán los celos. Lo bueno es que eso es el principio del fin de dejar de sufrir por esa persona.

Aquí tengo dos canciones que no pueden faltar en tu repertorio y que le puedes dedicar con todo tu cariño.

Si te ha dejado él:


Si te ha dejado ella:


Pero por gustirrinín que nos den las ideas de venganza nos tropezaremos con un pequeño problema: la ley del karma no existe, y por más que tu ex se merezca que lo atropelle un camión puede que no pase nunca (a los gilipollas les va demasiado bien en la vida, no sé por qué) o lo que es peor, que pase y eso no te haga sentir mejor. Así que es preferible no guardar tanto rencor como para que nos impida pasar página. Y además atropellar a tu ex es delito en prácticamente todos los estados, así que olvídate de esto:



3ª fase: Aceptación

El tiempo pasa y has conseguido poner ese jarrón en un estante del desván donde no tengas que verlo todos los días. Ojo, no va a desaparecer del todo, ni le vas a olvidar ni te vas a sentir como ante un desconocido si te lo encuentras. Supongo que por eso los ex son incómodos, como me dijo una vez Gondolero: nos recuerdan lo tontos que fuimos y lo que es peor, lo tontos que todavía somos. En ese instante irá cogiendo polvo hasta el día que te lo tropieces por casualidad y puedas mirarlo y sonreír.

Hablando de polvo, ejem, sé que muchos piensan lo de que un clavo saca a otro, o que si no también valen muchas chinchetas. Pero yo al menos hasta esta fase no soy capaz de pensar en nadie. Al principio porque, como bien dice Amanda todos los demás tíos del planeta te parecen sosos, bobos o feos. Ninguno te toca como lo hacía él, es tan gracioso, tan inteligente... tan como él. Por suerte. ¡Coñe, si te ha dejado mejor que no sean todos así! Y en la segunda fase porque sigues pensando en él, aunque sólo sea para buscarte a un tío que sea lo más opuesto posible.

Cuando todo al fin pasa, estés o no con una nueva pareja, pienso que lo superas en el momento en que dejas de preguntarte ese POR QUÉ que te torturaba al principio. Supongo que es porque ha dejado de importarte conocer la respuesta. Así que te despides mentalmente de él y le deseas que le vaya bien o que le vaya mal. Pero que le vaya lejos de ti.



¿Y vosotros? ¿Teníais alguna canción de dejados?

Parodias musicales II  

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En la entrada anterior hablaba de cómo los compositores se han imitado y burlado de las obras de otros ya casi desde el principio de los tiempos. Pues bien, hoy vamos con otras parodias de la música clásica un poquito más modernas.

Una de mis preferidas la podríamos titular "cómo componer una sonata de Beethoven" y es de más o menos los años cincuenta. Está a cargo de Dudley Moore, y además de ser muy ingeniosa está brillantemente interpretada. El tema principal es el de una película de lo más conocida, que seguro habéis silbado alguna vez. A ver si esta vez me sabéis decir cuál, que sigue desierto el resultado sobre la melodía de Manon Lescaut. Atención a la delirante cadencia final.



Pero quizás una de las piezas más genialmente parodiadas de la historia haya sido el preludio de Rachmaninov en do # menor op. 3 nº 2. Ya en vida fue su obra más famosa, hasta el punto de que se la pedían a gritos en los conciertos, tanto que el compositor llegó a odiarla profundamente por haber eclipsado a otras obras suyas. Se trata de una pieza que la primera vez que te sientas a tocarla dices "¿pero qué c*** es ésto?", porque en la parte principal tiene nada menos que cuatro pentagramas para tocar a la vez, tan fortísimo como puedas. Así que no es de extrañar que los hermanos Marx en "Un día en las carreras" ridiculizaran lo fuerte que había que interpretarla:



O que Igudesmann & Joo se inventaran un ingenioso sistema para tocar tantas notas a la vez:



¡Qué bien me habría venido a mí! Me pido uno pa reyes.

Y ya que les he mencionado, seguiré poniéndoos otras piezas de ese dúo de músicos-cómicos, que suelen acompañarse a menudo por Gidon Kremer y su Kremerata. El que toca el piano seguro que os suena, porque era uno de los dos que interpretaba"El carnaval de los animales" en aquella lección de escalas que os puse antes. Ya véis que se puede tener una carrera seria y luego dedicarse a hacer cosas como pelear con Ennio Morricone...



Mezclar cosas extrañas, como el Ave María de Shubert con Astor Piazzolla...



A Mozart con Bond, James Bond...



Y hasta hacer un postre (nunca mejor dicho, lo entenderéis cuando veáis con qué tocan el violín y el piano) mezclando temas tan dispares como "I will survive", "Killing me softly", "The Final Countdown" de Europe sonando por encima de la Suite nº 1 para Cello de Bach, Passacaglia de Haendel-Halvorsen, "Ne me quitte pass mon amour", "Autum leaves" sobre el estudio op. 25 nº 2 de Chopin y seguro que me dejo algo. Ahí es ná.


¿Qué tengo, doctor?  

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Hace unos días comencé con lo que yo creía que era un catarro común. Uno de esos que te dejan los ojos llorosos y la nariz tan mocosa que hablando pareces de los payasos de la tele.
"¿Cómo están ustedes? Bieeeeeeeeeeen".

Como pronto van a empezar las clases y es hora de engañar captar niños para mis coros, decidí acudir al médico antes de que mi voz comenzase a parecerse a la de la novia de Chucky en vez de a la de Fofó.

Una inspección rutinaria después me encuentro con un papel que me quita años (gracias, gracias) y dice que acudo por odinofagia y en la exploración física me han encontrado Coc eupneica en reposo y no sé qué de un aparato respiratorio conservado.

Pero lo que me ha dejado sin palabras es la impresión diagnóstica: IRA.

¿Tanto se me nota que estoy gruñona? ¡Este tío lee el blog! Ni al médico puede ir una tranquila.

Todos quieren una K especial  

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No sé a vosotros pero a mí me revientan las campañas de publicidad masivas que pretenden convencerme de algo a toda costa. Cosas como que me gustan los Beatles. ¡Pero si ya me gustaban antes de que sacasen este recopilatorio para hacer caja, oiga! O esa de la radio de que hay que tener agua oxigenada en el botiquín. ¿En serio hay alguien que no la tenga?

Pero la que hace que me palpite peligrosamente la vena de la sien es la macrocampaña orquestada contra las marcas blancas y que habla de que compremos marcas de confianza. Yo, como supongo que la mayoría de los españolitos, no había consumido muchos productos de esos que son en apariencia iguales que los demás pero cuyo precio puede llegar a ser de la mitad o menos, hasta que llegó el coco de la crisis. Ahora hay que apretarse el cinturón y una vez perdido el miedo a las marcas de colorines (que casi sería más apropiado como mote que lo de blancas) he descubierto, como casi todos, que están igual de buenas si no más y que no tengo que pagar medio riñón por lo mismo sólo porque se llame Nesklé, Pascal o Don Simeón.

He dicho bien: por lo mismo. Que yo sepa ni Metadona, ni Carrefux tienen sus propias fábricas de productos, sino que algunas de las marcas de toda la vida producen para ellos cambiando prácticamente sólo la etiqueta. Voy a poneros un ejemplo del Tajo Británico, aunque no tenga los productos propios precisamente mucho más baratos que los otros. El otro día tuve en la mano una botella de aceite Cocosur y la de la cadena y la diferencia era de 0,50 cnt. y el fabricante era... Cocosur. Lo mismo para las anguriñas, gulas o como quiera que las llamen en cada gran superficie, que ya he perdido la cuenta. Y para el surtido Cuérata y para... Si luego además te compras las cremitas del Metadona y las comparas con el anticelulítico que utilizabas antes con un precio cinco veces superior y peores resultados pues ya no necesitas más.

Pero claro está, los grandes productores pensaban como el señor Burns que nunca les abandonaríamos, porque ¿cómo no amar a una K especial?

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Se equivocaban, y para intentar recuperarnos contraatacan con una campaña mediática bestial con los siguientes argumentos:
  • "la calidad es inferior". Por ejemplo en el anuncio de Pascal acusan a las marcas blancas de rebajar los controles de calidad a lo mínimo exigido por la ley. Ahora bien, si cumplen la ley, ¿dónde está el problema? ¿Me dicen en serio que por sus veterinarios formados en Yale su cartón cuesta casi un euro frente a menos de la mitad de la competencia? Si alguna vez han probado a lo que sabe la leche de vaca de verdad apuesto a que están de acuerdo conmigo en que total, ni una ni otra se acercan al sabor original, así que ya puestos, no veo por qué no ahorrar en un producto de uso diario.
  • "lo barato sale caro". No necesariamente. Verá, pueden seguir argumentando que sus yogures tienen un precio inmoralmente caro porque nos hacen inmortales, nos quitan las lorzas de las arterias, nos adelgazan e impiden que se nos vea borrosos en invierno porque nos bajan las defensas. Pero la realidad es que tomar los de la competencia no nos matará, ni tendremos que comer el doble para sentirnos saciados. Y puede que los de Villabajo no puedan limpiar la paellera que podría ocultar el sol con un solo envase del imitador de faymibemol pero para mi casa me sobra.
  • "las marcas ofrecen seguridad". Pues mira, a mí el hecho de que las marcas suelan llevar el nombre del hipermercado me tranquiliza. Fíjate tú el varapalo y desprestigio que sufrirían el Cabravo o el Líder si todos sufriéramos un brote de peste bubónica por tomarnos sus productos. Afectaría a su credibilidad entera como establecimientos comerciales, no creo que se la jueguen a la ligera.
  • "el de siempre, a mí que no me lo cambien". Frente a las amenazas de que nuestros churumbeles nos dejarán de querer si les cambiamos su Coca-al-lao de siempre por otro se podría decir que en algún momento esa marca tuvo que empezar desde abajo y tampoco tenía prestigio. Por sí misma la fama, debida muchas veces al gasto en publicidad más que a una exclusividad de sabor frente a otros productos, no quiere decir mucho. Además, personalmente para mí el mejor cacao del mundo es éste.
  • "las marcas blancas no generan empleo". Falso, se producen tanto en nuestro país como en ese que se llama made in China donde dicen que la gente es color limón. Y si sus ventas crecen por lógica empleo tendrán que crear allí donde se encuentre su fábrica.
  • "Marcas blancas = innovación". Si fueran tan innovadoras sería absolutamente imposible que cambiásemos su producto por el otro, porque el sabor no sería ni parecido. El problema es que en algunos casos no sólo el resultado es aceptable, sino que es mejor. Vale, ya no repito más lo de las cremitas del Metadona, pero es que es la leche lo que ofrecen por 4 euros, hombreya.
  • "Consume productos de marca. Ganamos todos". No hijo, ganan los de siempre. A mí me cuesta llegar a fin de mes a partir de diciembre (ahora soy rica, mwahaha, riiiiica).
  • "Nosotros no fabricamos para otras marcas". Mierda, antes en la etiqueta de mis yogures aún podía tocarme un "Sigue buscando". ¿En serio eso es como para estar orgullosos? Pues qué tontería, podrían fabricar para otros y cobrar tanto a los que siguen la marca que sale en la tele como la de al lao.
  • "Que compres marcas pijas. ¡So antipatriota!". Este eslógan casi les pegaría mejor después de crear semejante melodrama. Podríamos titularlo: "comprar en tiempos revueltos".

¿Qué tal si en lugar de castigarnos los oídos se decidieran por gastar menos en publicidad y en untar a Tele Circo y bajaran sus márgenes de beneficios? Porque como se dice muy bien en este artículo, no nos recuperarán ni cuando la crisis cese a menos que nos ofrezcan algo más que una K especial.

De todos modos, por si queda algún incrédulo en la sala que no suelte sus muletas y ande cuando pruebe el capuccino con pepitas de chocolate en la Facienda del Metadona o el chocolate con pasas del Líder, os dejo con la beata wikipedia del low cost en la cocina, que os llevará hacia la luz de las marcas que realmente se ocultan tras la de los supermercados. Y contra la publicidad, que San Compraráesotupadre de los miseurossonmíos os guarde.

Vamos a contar Mementiras  

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Con esto de los memes que me llegan al blog me ha dado por empezar uno yo, a ver si os gusta la idea. Se trata de un pequeño juego, totalmente ególatra, por supuesto. Como en los crucigramas de diferencias voy a dar 30 datos sobre mí, de ellos 5 y sólo 5 son absolutamente falsos. Así os entretenéis hasta la semana que viene, que ésta la paso con el costillo lejos de ordenadores. Doy por supuesto que los lectores que me conocen en persona parten con cierta ventaja, pero a ver si os sorprende algún detalle mío que desconozcáis:


MEMENTIRAS


1. He sido amenazada con denuncias por acoso sexual en el trabajo.
2. Tengo fobia a las mariposas, me dan verdaderos ataques de pánico si estoy en la misma habitación que uno de esos bicharracos.
3. Guardo 18 vestidos de novia en la habitación de invitados, pero llegué a tener otros 30 más.
4. Tengo alergia al esparadrapo antialérgico.
5. La canción "Mil rosas para ti" es nuestra canción.
6. De pequeña para castigarme no me quitaban la televisión, sino que me cortaban el pelo.
7. He comido carne de ballena, avestruz, jabalí, rana, caballo, cebú, reno, caracoles y hasta foundie de llama.
8. Un conocido cantante de ópera me metió mano en un taxi.
9. Mi reloj de muñeca va al revés, en el sentido contrario a las agujas del reloj, para más señas.
10. Odio profundamente que me hagan cosquillas o que me despierten encendiendo la luz.
11. Me encantan la coliflor y el repollo.
12. Todos los días al levantarme apoyo primero el pie derecho en el suelo.
13. No sé nadar ni silbar.
14. Considero que provengo de una familia normal, a pesar de que nos pasen cosas como que nos toque un poney en una rifa o que mi hermano esté dando la vuelta al mundo en una réplica de un barco antiguo.
15. Me he ido más de una vez de algún bar sin pagar.
16. Aunque jamás lo reconocería en público por aquello de mi reputación he leído el Código da Vinci como todo hijo de vecino y tolero alguna canción de Carlos Baute.
17. Me he hecho leer las cartas del tarot.
18. Una de mis fantasías por cumplir es hacerlo en una playa desierta.
19. Sé de memoria más de 100 refranes.
20. Hace unos años iba a misa todos los días y ahora ninguno, pero mis creencias no han variado demasiado.
21. No me gusta nada la Coca-cola.
22. Habitualmente duermo en camisón... y nada más.
23. Siempre he querido regresar a Italia.
24. Estuve a punto de matar a toda mi familia por conducción temeraria.
25. Llegué a estar varios meses durmiendo menos de cuatro horas diarias.
26. Nunca le he dado ni una calada a un cigarrillo. Va en contra de mi religión.
27. Odio los tangas pero tengo una extensa colección, entre los que se incluyen uno con un muñeco de nieve y otro de supergirl.
28. Soy buena actriz: he fingido en la cama, más de una vez, y no se han dado ni cuenta.
29. No tengo peluches. En especial detesto los peluches tristes, con carita de pena.
30. Soy de las antiguas: nada más que besos en la primera cita.

Se lo mando a Perséfone, Gordi, Deirdre, M, Biciclista, Astarté, Deprisa..., pero si alguno más lo quiere hacer es todo suyo. Podéis variar el número de datos si queréis o cambiar las proporciones de verdades/mentiras. ¡Que os divirtáis!

30 reflexiones sobre los 30  

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"A veces llega un momento en que te haces viejo de repente". Así comenzaba una de las canciones más desgarradoras de los Celtas Cortos, de la que sólo pude comprender su verdadero significado cuando padecí depresión. "Paseando por las calles todo tiene igual color. Siento que algo echo en falta, no sé si será el amor".

Pero hoy no me apetece hablar de eso, en otro momento tal vez. Este post es melancólico pero no tanto, no salgáis corriendo. Hoy me gustaría hablar de los pequeños detalles que últimamente me hacen pensar que me estoy haciendo mayor. Supongo que cuando cumples 30 tacos, como yo hoy, te da por echar la vista atrás y comienzas a fijarte en todos esos pequeños detalles:

- Que tienes dinero para hacer lo que te plazca, pero habitualmente no tienes tiempo o con quién hacerlo.
- Que cada vez aguantas menos las manías de la gente y a los gilipollas.
- Las arrugas en torno a los ojos, la frente o los labios. Lo siento, pero no pienso dejar de sonreír, si ese es el antídoto.
- La dificultad para perder las lorzas y la facilidad para repescarlas.
- Que las resacas te duran dos días.
- Que te pasas noches en blanco pensando si alguna vez encontrarás un trabajo estable, y ya no sólo es una preocupación lejana, como cuando terminaste la carrera.
- Que todas las viejas del barrio, y la del estanco, y tu tía, y... te preguntan cuándo te vas a casar.
- Que de repente te encuentras hablando con tu madre de recetas de cocina.
- Que te aburre la televisión y el 90% de la música actual.
- Que cada vez te gusta más quedarte en casa que salir, y cuando lo haces vuelves a la hora de los adolescentes. ¡Y no porque te obliguen tus padres!
- Que miras las etiquetas de la ropa por si hay que lavarla a mano antes de comprarla.
- Las canas, que sobreviven a tus mechas.
- Que te sorprendes diciendo frases como "los jóvenes de hoy en día" y no te identificas en casi nada con ellos.
- Que cada vez anuncian más productos dirigidos a la gente de tu generación, que se supone que ahora tiene nivel adquisitivo. De ahí las series de dibujos de Heidi o David el Gnomo "para tus hijos" o el revival de los ochenta.
- Que enamorarse te da miedo, porque tienes cicatrices de guerra para enseñar, que diría Amanda.
- Tu ropa interior ha dejado de ser blanca, y como decían en no recuerdo qué película "una no tiene braguitas negras si no quiere que se las vean".
- Ya no hay descuentos para ti.
- Que de repente tienes enemigos y las disputas no se solucionan jugando al piedra, papel o tijera.
- Que ya ha pasado un tercio de tu vida, eso con mucha suerte.
- Cada vez resulta más difícil ver a tus amigos.
- Que a los 18 cuando te entraba un tío de 30 te parecía un viejo y ahora te parece que está cañón.

Sé que os sonará estúpido, igual que mirarte al espejo y pensar que nunca serás más bella de lo que eres ahora, que decía Brad Pitt enseñando las canillas en "Troya". Lo sé, estoy loca. Pero creo que no estoy agarrando la crisis de los 30, os lo prometo. Por extraño que os pueda parecer, no cambiaría estos últimos años por otras épocas de mi vida, e imagino que el que viene no tiene por qué ser peor.

No son pocos los que dicen aquellos de que echarás de menos el tiempo en el que estuviste en la universidad, o los años que pasaste en el colegio. Se equivocan, porque ahora:

- Tienes tiempo para hacer lo que te plazca y con quién hacerlo, pero habitualmente no tienes dinero.
- Ya no te preocupa el grano alien que te ha salido en plena frente.
- Te la suda que el niño que te gusta haya querido besarte sólo porque hizo una apuesta ante sus amigos.
- Los niños ya no te parecen unos mocosos que han nacido para fastidiarte, quitarte la diadema y coger lagartijas por la cola en el recreo. Y reconozcamos que es mucho más divertido jugar con ellos a otras cosas.
- No tienes que buscar un lugar medianamente salubre para darte el lote con tu novio, ni pasar frío en un portal, ni tiene por qué salirte moratones por la palanca de cambios del coche.
- Ya no te afectan los anuncios de la vuelta al cole en el Tajo Británico.
- Miras tus fotos de cuando eras pequeña y estabas hecha un coquito y sonríes, en lugar de sólo morirte de vergüenza.
- Te agrega gente al caralibro que te ignoraba olímpicamente cuando estudiábais juntos en el cole. La vida ofrece extrañas venganzas.
- Tienes menos complejos y te importa lo que piensa la gente de ti, pero no tanto como antes.

Así que supongo que son buenas noticias ¿o no? Si hay alguien en la sala que haya pasado por lo mismo por favor, que deje su testimonio. No sé si pensar que los mejores años de mi vida no los pasé de niña y adolescente como todo el mundo, sino a los veintimuchos es buena o mala señal de lo que me espera a los treinta.

Trucos para ser una reina del pop  

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De pequeña comencé a tocar la guitarra como muchos músicos: en la parroquia. Lo mío era el piano, llevaba tocándolo desde los tres años, así que aquello me provocaba unos callos de lo más molestos. Pero cualquier cosa era mejor que dejar que las viejas se tomaran la justicia divina por su mano y entonaran por su cuenta los himnos. ¿Queréis saber lo que es un glissando? Sólo tenías que entrar por la puerta y escucharlas cantar "túúúúúúúú has veniiiiiiiido a la oriiiiiiiiiillaaaaa" arrastrando todas las notas. Eso cuando no les daba por empezar a cada una en una tonalidad. Entonces te valía más entrar en el confesionario a refugiarte, porque ninguna se apeaba de la burra y seguían cantando la canción en tonos diferentes hasta que terminaba.

Aparte de eso, siempre escogían los temas más aburridos y de letras más deprimentes. Por ejemplo: "¡Oh, pecador! ¿Dónde vas errante? (3 veces) ¿A dónde irás?" Qué mal rollito, sobre todo la parte de "Busca la paz, el mal te está acechando". Aún me pregunto por qué el cancionero se llamaba "¡Alégrate! Pueblo de Dios".

Así que antes de aguantar aquel bodrio prefería tocar yo. A los críos les chiflaban las nuevas canciones, pero ahora las viejas se quejaban de que cada vez tocaba más deprisa. No lo suficiente, pensaba yo para mí. El caso es que aquellos domingos tocando me enseñaron algo importante: los guitarristas se tiran un moco que no veas. No hablo de los que tocan guitarra española clásica o flamenco, Dios me libre. Me refiero a que casi todas esas canciones, igual que la mayoría de la música pop, son más simples que una baldosa blanca.

¿Quieres triunfar en el pop? Pues sólo necesitas cuatro acordes. En realidad con la tónica, subdominante y dominante irías bien, pero la sexta menor lo hace parecer más interesante. Y si no mirad:



Y si a esos cuatro les añades unos pocos más ya ni te cuento. Como nos demuestra este humorista en un video un poco más antiguo pero que no tiene desperdicio. Este Pachelbel hoy en día se estaría forrando a derechos de autor, ¡si no hacen más que plagiarle!




P.D. Acordáos de mí cuando seáis famosos. No seáis desagradecidos, por caridá, que tengo un poney que mantener :P