REGLAS DE ORO DEL CORO
1. Cantar todos la misma obra.
2. Si todos van mal menos tú, sigue a los que van mal.
3. En caso de duda no seas el primero en entrar ni el último en acabar.
4. Cuando todos hayan acabado de cantar no has de cantar las notas que queden.
5. Cuando te pierdas, pasa tres hojas adelante, que por allí seguro que pasarán.
MANUAL DEL CORO INFANTIL (O CÓMO PONER A LOS DIRECTORES EN SU LUGAR)
- Cada niño debe pedir permiso para ir al servicio al menos una media de tres veces por ensayo, procurar hacerlo escalonadamente para que el director nunca tenga el coro completo para dirigir la pieza.
- Acuse al director de hacer “trampa” y mover él mismo las manos cuando enseña qué es la respiración diafragmática.
- Duérmase en los ensayos, la mejor manera de hacer que un director comience a dudar de sí mismo
- Llame al director con el nombre del director anterior, esto es especialmente efectivo si continúa haciéndolo a los seis meses de haber comenzado los ensayos (y ciertamente inquietante si el director anterior era del sexo opuesto).
- Cuando el director reparta la letra de la canción queda rigurosamente prohibido llevársela para estudiarla en casa, en realidad lo que pretende es que tengamos material para hacer manualidades: aviones de papel, recortes diminutos... Los que incumplan esta norma deberán recordar no traerla nunca más a los ensayos, de manera que haya que hacer más fotocopias.
- Cuando el director esté haciendo alguna indicación hacer todo el ruido posible: mover las sillas, dejar caer las partituras...
- Cada vez que el director anuncie que se va a proseguir el ensayo con otra obra continúe cantando la canción anterior, esto siempre aporta al clima festivo del ensayo.
- Cuando el director dé el tono, y antes de que dé la entrada, comenzar a entonar la canción lo más fuerte y desafinada posible, para que tenga que volver a repetir. Si a la enésima vez recibe algún comentario histérico del director, haga lo mismo pero sólo tarareando la música.
- Mire a algún punto ignoto del éter justo en el momento de la entrada.
- Si la mayoría se pierde o corre en algunos compases, nunca mirar al director, así habrá menos posibilidades de equivocarse.
- Después de cantar mal volverse a uno y otro lado, poniendo mala cara, como si la culpa hubiera sido de otro, y de esa manera desviar la atención. Otra variante: desplegar la más socarrona de las sonrisas y codear a los compañeros, como estando muy orgulloso del horror que se acaba de perpetrar.
- El medio más original de desconcentrar a un director es interrumpir la canción, justo cuando se estaba consiguiendo que sonara medianamente afinada y al unísono, y exclamar con voz de niño del sexto sentido: “profe, ¿sabes?, en esta clase hay un duende... y está justo detrás de ti”.