Pero no sé, un día te miras al espejo y ves que las curvas rebosan demasiada felicidad, que se te están quedando unos brazos que ni que fueras estibadora del puerto y ¡horror! te está empezando a salir papada. ¿A ver si va a tener razón mi padre en lo de "adelgaza" que siempre repite junto a la palabra "oposiciones"? Juntas valor para pesarte en la báscula y la antipática te escupe sin piedad lo que temías: pesas 75 kilates, que midiendo aproximadamente 1,64 metros, son de joya de las buenas.
Ante esa revelación encima no puedes darte un atracón de chocolate para subirte la moral, cachis la mar. Así que haciendo de tripas corazón decidí embarcarme en un viaje hacia los 64 kilos. ¿Que no es mi peso ideal? Pues no sé, tal vez no, pero yo no planeo estar delgada, quedarme hecha una "sífilis", como le decía una señora a una doctora que conozco. Sólo quiero volver a pesar lo que pesaba hace tres años, antes de la depresión, de la ansiedad y de las pastillas que iban a quitármela pero me colocaron 11 kilos de más a la chepa. Esas lorzas son el último testimonio de una etapa de mi vida que ya que no voy a olvidar al menos me merezco que no me la recuerden ante el espejo cada mañana. Más que nada porque es de esos que van del suelo al techo en las puertas del armario.
Así que decidí aprovechar la cuesta de enero, por aquello de que cuestas arriba se suda una barbaridad y eso seguro que adelgaza. Antes de empezar tenía clara como premisa básica aprovechar mis defectos/virtudes, que no hay nada como conocerse a una misma a lo Sócrates:
- vagancia: si hay que pesarlo, contar calorías, pensar demasiado, cocinar cosas raras o directamente cocinar pudiendo hacerlo mi madre... no es para mí.
- obsesión, pero sólo un puntito: como me interese un tema me paso el día investigando, leyendo blogs, hablando de ello hasta con la vecina del cuarto... Así no se me olvida y me pongo más difícil a mí misma saltármelo.
- hipocondría: el foniatra me dijo que o bebía 1,5 l. de agua diarios como mínimo o me rajaba. Ante esa amenaza vaya que si bebo, estoy por ducharme con la boca abierta para ir ganando tiempo. El miedo, que es muy libre.
- frikismo: ya me apunté a un plan para adelgazar online y el costillo me está descargando este jueguecito para la nintendo DS. Se ríe de mi manía de enviarle cada semana la regla con mi peso, como había visto en otros blogs, pero a mí esas chorradas me motivan. ¡Mirad cómo voy ya!
- mi proverbial tacañería: sí, resulta fácil acusarme de roñica, capitán de las sardinas, pero a ver quién no se vuelve un poco ahorrador cuando trabajas en un sitio donde llegas a estar 8 meses sin cobrar, viviendo de lo que tengas. Es increíble lo que ahorro desde que no como fuera de casa entre semana ni un pinchín y no pago ni un taxi (sí, las vagas y gordas profesionales a veces hacemos esas cosas).
- y, sobre todo, no pasar hambre: hay gente como el costillo que se pone a dieta comiendo menos cantidad, pero personalmente no estoy hecha para las privaciones. Yo como José María García, que decía ser muy mariquita pal dolor. Así que lo que hago es cambiar ese pinchito de pollo que me apetece ahora mismo por una mandarina y un yogur de beber. Porque si no termino por comer medio pollo, un bocata de chorizo y 5 donetes. Y que no se atrevan a salir amigos gorrones por todas partes, que la ansiedad me dota de muy mala leche y ya dije lo de los brazos de estibadora del puerto.
¿Cuál es la dieta que sigo? Pufff, por ahí las encontraréis para todos los gustos. Están las que te prohíben azúcares y grasas, las que te tienen el día comiendo piña y hasta las que te adelgazan engullendo mantequilla y hamburguesas y te prohiben las frutas, pasta y verduras. Yo he tenido en cuenta las "virtudes" que me adornan y que expuse arriba y me hice una particular adoptando una que le dio un nutricionista a mi abuela y con la que perdió 20 kg. en un año. Básicamente se resume en hacer varias comidas más ligeras al día, cenar temprano, y comer verdura de primero, de segundo, carne, huevo, patata o pescado pero sin mezclarlo (obviamente prefiero prescindir de las patatas y comerme un filete) y fruta de postre. Para cenar sustituyo verdura por ensalada, y tengo cuidado de hacer las cosas a la plancha o al microondas, o cocidas en lugar de fritas. Paso del pan porque ahí me conozco y lo malo no es el pan, es todo lo que va untado en él, y con dolor de mi corazón nada de chocolate, bollería, dulces ni demás
Como mi madre es una fanática de la cocina sana básicamente la dieta consiste en comer lo que ella me ponga en el plato y no picar entre horas. Ni el pincho de choricillo con la sidra, ni un triste churro, ni nada de nada. Si le unimos un poco de ejercicio... Pues ya véis en la regla que me ha ido dando muy buen resultado. Ojo, no pretendo venderle el sistema a nadie, más que nada porque total, no me llevo comisión.
Casi diría que ha ido demasiado rápido teniendo en cuenta que empecé el 9 de enero y no os he dicho la mayor peculiaridad de mi régimen: me lo salto los fines de semana, aunque intento que no sea mucho. Tengo una fuerza de voluntad de acero... mientras no vea al costillo a mi lado manducando hamburguesas o yayitas de chocolate, mi gran perdición. Así que el plan es adelgazar más despacio pero durante más tiempo, de manera que hago dieta más estricta de lunes a viernes y el fin de semana puedo concederme algún caprichín. Comprendo a quienes no se permiten ni un desliz porque opinan que es como para el fumador tomar una calada. Les comprendo y admiro, pero yo no puedo. Me gusta demasiado comer, hasta el punto de que después del sexo es para mí uno de los mayores placeres de la vida. Y no siempre en ese orden.
Pero aunque tarde más de lo normal lo lograré, sacaré a la flaca que hay en mí y que tiene aprisionada el Demoño de la Lorza, como dice Astarté. Cuyo blog, por cierto, es cita obligada para los que quieran perder peso y a la vez reírse, que es muy sano. Por lo que a mí respecta estáis todos avisados: