En fin, aprovecho para presumir de colección con algunos de los más chulos, con su correspondiente nombre científico:
Estos parecen, por su aspecto, distintos ejemplares de Pecopteris. Vamos, unos helechos con solera. El último es especialmente curioso, pues se ve cómo una hoja se desprendió del resto y se quedó fosilizada en otra posición.
Esto que parecen flores son Annularia stellata, que son un tipo de equiseto similar a nuestra cola de caballo.
Estos son de mis preferidos, y parecen la sección del tronco de un Lepidodendron, es decir, de un árbol con escamas que al parecer podía llegar a medir más de 20 metros de altura. Así que mi pueblo debió ser por aquella época parte de uno de esos inmensos bosques. De hecho, se ha encontrado hace poco en una localidad cercana, Igüeña, todo un bosque de piedra. Y la reconstrucción del paisaje con toda esa vegetación gigante vendría a ser una cosa así, pero en color:
Antes de que me preguntéis dónde están los trilobites y demás aclaro que hasta ahora el costillo y yo no hemos encontrado ningún fósil animal entre los que acarreamos pa la saca, sin saber si ponerlos de exposición, utilizarlos de pisapapeles o dejárselos a nuestras madres como arma arrojadiza por meter tantos pedrolos en casa. Lo más parecido fueron estos dos ejemplares, el primero que parecía un hueso y se quedó en una simple rama y el segundo, que hace falta mala fe para decir que no es un mosquito, si parece que está a punto de volar con sus alitas y todo.
Pero no perdemos la esperanza, porque al parecer se ha encontrado en Villablino el fósil de un escorpión, algo bastante raro dado que por su esqueleto orgánico sólo se fosiliza en condiciones especiales. Por ejemplo en este caso parece ser que una riada lo arrastró y cubrió de los lodos que lo preservaron y nos dejaron esta imagen para la posteridad: