Pero la que hace que me palpite peligrosamente la vena de la sien es la macrocampaña orquestada contra las marcas blancas y que habla de que compremos marcas de confianza. Yo, como supongo que la mayoría de los españolitos, no había consumido muchos productos de esos que son en apariencia iguales que los demás pero cuyo precio puede llegar a ser de la mitad o menos, hasta que llegó el coco de la crisis. Ahora hay que apretarse el cinturón y una vez perdido el miedo a las marcas de colorines (que casi sería más apropiado como mote que lo de blancas) he descubierto, como casi todos, que están igual de buenas si no más y que no tengo que pagar medio riñón por lo mismo sólo porque se llame Nesklé, Pascal o Don Simeón.
He dicho bien: por lo mismo. Que yo sepa ni Metadona, ni Carrefux tienen sus propias fábricas de productos, sino que algunas de las marcas de toda la vida producen para ellos cambiando prácticamente sólo la etiqueta. Voy a poneros un ejemplo del Tajo Británico, aunque no tenga los productos propios precisamente mucho más baratos que los otros. El otro día tuve en la mano una botella de aceite Cocosur y la de la cadena y la diferencia era de 0,50 cnt. y el fabricante era... Cocosur. Lo mismo para las anguriñas, gulas o como quiera que las llamen en cada gran superficie, que ya he perdido la cuenta. Y para el surtido Cuérata y para... Si luego además te compras las cremitas del Metadona y las comparas con el anticelulítico que utilizabas antes con un precio cinco veces superior y peores resultados pues ya no necesitas más.
Pero claro está, los grandes productores pensaban como el señor Burns que nunca les abandonaríamos, porque ¿cómo no amar a una K especial?

Se equivocaban, y para intentar recuperarnos contraatacan con una campaña mediática bestial con los siguientes argumentos:
- "la calidad es inferior". Por ejemplo en el anuncio de Pascal acusan a las marcas blancas de rebajar los controles de calidad a lo mínimo exigido por la ley. Ahora bien, si cumplen la ley, ¿dónde está el problema? ¿Me dicen en serio que por sus veterinarios formados en Yale su cartón cuesta casi un euro frente a menos de la mitad de la competencia? Si alguna vez han probado a lo que sabe la leche de vaca de verdad apuesto a que están de acuerdo conmigo en que total, ni una ni otra se acercan al sabor original, así que ya puestos, no veo por qué no ahorrar en un producto de uso diario.
- "lo barato sale caro". No necesariamente. Verá, pueden seguir argumentando que sus yogures tienen un precio inmoralmente caro porque nos hacen inmortales, nos quitan las lorzas de las arterias, nos adelgazan e impiden que se nos vea borrosos en invierno porque nos bajan las defensas. Pero la realidad es que tomar los de la competencia no nos matará, ni tendremos que comer el doble para sentirnos saciados. Y puede que los de Villabajo no puedan limpiar la paellera que podría ocultar el sol con un solo envase del imitador de faymibemol pero para mi casa me sobra.
- "las marcas ofrecen seguridad". Pues mira, a mí el hecho de que las marcas suelan llevar el nombre del hipermercado me tranquiliza. Fíjate tú el varapalo y desprestigio que sufrirían el Cabravo o el Líder si todos sufriéramos un brote de peste bubónica por tomarnos sus productos. Afectaría a su credibilidad entera como establecimientos comerciales, no creo que se la jueguen a la ligera.
- "el de siempre, a mí que no me lo cambien". Frente a las amenazas de que nuestros churumbeles nos dejarán de querer si les cambiamos su Coca-al-lao de siempre por otro se podría decir que en algún momento esa marca tuvo que empezar desde abajo y tampoco tenía prestigio. Por sí misma la fama, debida muchas veces al gasto en publicidad más que a una exclusividad de sabor frente a otros productos, no quiere decir mucho. Además, personalmente para mí el mejor cacao del mundo es éste.
- "las marcas blancas no generan empleo". Falso, se producen tanto en nuestro país como en ese que se llama made in China donde dicen que la gente es color limón. Y si sus ventas crecen por lógica empleo tendrán que crear allí donde se encuentre su fábrica.
- "Marcas blancas = innovación". Si fueran tan innovadoras sería absolutamente imposible que cambiásemos su producto por el otro, porque el sabor no sería ni parecido. El problema es que en algunos casos no sólo el resultado es aceptable, sino que es mejor. Vale, ya no repito más lo de las cremitas del Metadona, pero es que es la leche lo que ofrecen por 4 euros, hombreya.
- "Consume productos de marca. Ganamos todos". No hijo, ganan los de siempre. A mí me cuesta llegar a fin de mes a partir de diciembre (ahora soy rica, mwahaha, riiiiica).
- "Nosotros no fabricamos para otras marcas". Mierda, antes en la etiqueta de mis yogures aún podía tocarme un "Sigue buscando". ¿En serio eso es como para estar orgullosos? Pues qué tontería, podrían fabricar para otros y cobrar tanto a los que siguen la marca que sale en la tele como la de al lao.
- "Que compres marcas pijas. ¡So antipatriota!". Este eslógan casi les pegaría mejor después de crear semejante melodrama. Podríamos titularlo: "comprar en tiempos revueltos".
¿Qué tal si en lugar de castigarnos los oídos se decidieran por gastar menos en publicidad y en untar a Tele Circo y bajaran sus márgenes de beneficios? Porque como se dice muy bien en este artículo, no nos recuperarán ni cuando la crisis cese a menos que nos ofrezcan algo más que una K especial.
De todos modos, por si queda algún incrédulo en la sala que no suelte sus muletas y ande cuando pruebe el capuccino con pepitas de chocolate en la Facienda del Metadona o el chocolate con pasas del Líder, os dejo con la beata wikipedia del low cost en la cocina, que os llevará hacia la luz de las marcas que realmente se ocultan tras la de los supermercados. Y contra la publicidad, que San Compraráesotupadre de los miseurossonmíos os guarde.