Sin embargo, justo a la vez, alguien me envió un correo que seguramente ha llegado ya a vuestras bandejas de entrada en estos años. Es sobre una iniciativa que, al menos a mí, me devuelve bastante más la ilusión de que ciertas cosas pueden cambiar que esa otra megacampaña en la que poco menos que se me echa la culpa de no estar contenta con la que está cayendo. Se llama playing for a change y supongo que tanto podría referirse a tocar buscando un cambio en nuestra sociedad o simplemente el dinero suelto que llevamos en los bolsillos, puesto que en su mayoría está formado por músicos callejeros. La idea es buscar la paz uniendo a gentes de diversas razas, culturas, países... a través de la música.
Sólo espero que ahora que se están uniendo pesos pesados de la música mundial como Bono o Manu Chao la cosa no degenere en puro márketing empresarial y sigan construyendo escuelas de música allí donde hace falta. En mi experiencia personal, hay mucho talento escondido y más amor por la música en algunos pueblajos perdidos de la mano de Dios que en los conservatorios. Creo que nunca tuve unos estudiantes más aplicados que mis alumnos de guitarra de Bolivia ni un coro tan numeroso coomo el que montamos allí, aunque fuera sólo por un mes.
En fin, no sé si cambiarán al mundo o si podrán servir como solución casera contra la crisis, pero a mí estos vídeos me dan buen rollito. Que no es poco.