El caso es que en uno de esos festivales que se iba a celebrar por la mañana, solicité la ayuda de algún padre que quisiera echarme un cable con la organización, más que nada por la responsabilidad que supone tener a tu cargo a 120 chiquillos, al menos mientras la ciencia no termine de conseguir que los clones no envejezcan antes que el original. Pues bien, al terminar un ensayo no viene una madre y me espeta: "¿se puede venir al concierto pero no a ayudar?". Me la quité de encima diciéndole que como quisiera, pero que no iba a tener sitio en las butacas y que si quería quedarse de pie ella vería. Sí, lo sé, suena poco contundente, pero como diría Mark Twain: La diplomacia es el arte de decir 'perrito bonito' mientras encuentras una buena piedra".
Otro de esos festivales era fuera de la ciudad. Los niños se desplazaban en autobús conmigo, los padres en sus coches particulares. Tras es el concierto nos dan un pincheo en un restaurante. De vuelta al bus siento que una manita me tira del vestido y una voz me dice:
- "Mis papás dicen que me acompañes tú andando a casa".Es decir, que en lugar de hacerse cargo de su retoñito aprovechan para quedarse de cena romántica y endosármelo a mí sin preguntar si tengo algo que hacer. ¡Manda cojones!
- Yo: "¿Pero no estaban viendo la actuación? Me pareció verles en las primeras filas".
- Niña: "Sí, pero es que en el restaurante se pidieron la cena y no les dio tiempo a terminar".
No es que consuele mucho, pero por lo visto esta clase de cosas no me pasan sólo a mí. Amigos, el jeta es una especie en plena expansión, y más en los tiempos que corren. A Groucho alguna vez un cliente le ha solicitado sus servicios como abogado, planteado un problema y después de escuchar qué haría él tras una consulta que no era precisamente de cinco minutos, quedarse todo ofendido porque le pasase la minuta. ¡Cobrar por una información! ¿Dónde se ha visto tal cosa? Digo yo que si sólo era una información se la podía haber pedido a la pitonisa del canal autonómico, en lugar de pretender que alguien que ha estudiado y conoce a fondo el asunto te diga si es bueno o no para ti ir a juicio.
Ya ni te digo si como Tatuador vives de lo que su apodo indica. Lo más habitual es que el cliente, digamos adolescente pajillero, le pida que le haga un dragón o un Balrog de esos que ocupan toda la espalda hasta la rabadilla y molan que lo flipas, tronco. Cuando él pone sus honorarios por delante la respuesta es:
- Doraemon poderoso: "¿Y si no me gusta?".Porque luego encima son legión los que se acojonan antes de ver siquiera las agujas y te quedas con el trabajo hecho y sin cobrar.
- Tatuador: "Bueno, pues te dibujo otro".
- Doraemon poderoso: "¿Y si tampoco me mola ese?".
- Tatuador: "Pues sigo dibujando hasta que Tolkien se levante de su tumba y te diga que te flipes con alguno, tronco".
Pero el colmo de lo visto hasta ahora en los años que llevo dedicándome a la música es lo que me ha pasado ayer mismo. Me suena el teléfono la noche anterior a las 23:30, que vaya horas, para empezar. Se presenta como padre de una niña que va a presentarse a una importante prueba en el conservatorio de mi ciudad y me pide si puedo acompañarla al piano. Que la pianista que tenían se lesionó en un brazo y no puede ir. Y que el exámen es... errrr... mañana.
Yo le respondo toda aturdida que lo tengo que pensar, que no me gusta hacer chapuzas ni tocar a primera vista en un exámen tan importante, y el tío responde que la partitura es muy fácil y que ensayaremos dónde y cuándo yo quiera. Queda en que llamarme a casa en 5 minutos porque en ese momento está en una cabina porque no tiene móvil (¿ein? ¿por qué no me llama desde el fijo igual?). En la segunda llamada propongo ensayar en su casa a las 12:00 y la voz de la madre desde la cocina dice que no, que en la mía y a la 13:00. Ajá, extraña forma de pedir un favor y de ensayar dónde y cuándo a mí me venga bien.
Consigo que me envíen escaneada la partitura para que pueda decirles si en verdad me puedo comprometer o no a preparar algo en tan poco tiempo, con tanto festival y coronación de los reyes del baile retro y concurso de besos que me queda por preparar. Y eso es todo, ni una palabra sobre mis honorarios, ni un solo dato personal ni nada. ¡Como que no me han dicho ni el nombre de la pobre niña!
Flipada, hablo con mi amigo biciclista para ver si es que son colegas suyos y oye, por un amigo se apechuga con lo que sea, pero que si no que les voy a mandar un email diciéndoles que les cobraría 60 euros por el trabajo. Más que nada porque durante la conversación se oyeron las palabras: "con un ensayo por la mañana y otro par de horas par de horas por la tarde bastará, ¿no?". Él me dice que de compromiso nada y se descojona de mí porque voy a cobrar una miseria y tiene razón, leñe, que hasta la limpiadora de mi edificio cobra 25 lereles la hora y no precisa cualificación para ello. No sé si soy una blandengue, una chica fácil y barata o sólo una pringá. Por si fuera poco me dice que justamente acaba de recordar que hace años se presentó al mismo examen la hija mayor y la pianista acompañante también se rompió un brazo la noche antes. ¡Qué casualidad! Desde luego si me contrata esa familia me debería pagar un plus de peligrosidad y contratarme unos yakuzas, por si las moscas.
Ayer la mañana transcurrió sin sobresaltos, sólo interrumpida por una llamada que no pude coger porque estaba en el médico, tal y como les había especificado la noche anterior. Intento devolverla pero no puedo, porque parece ser otra cabina y José Luis López Vázquez ha salido un momentito al servicio. Total que me olvido del tema y me encontraba comiendo tan tranquila, cuando a las 15:10 me suena el móvil y la misma voz me dice que quedamos a las 15:30 para ensayar en un sitio bastante alejado de mi casa. Pregunto si el tema del precio les parece bien y me responde con tono borde que es muy caro, que si no les puedo hacer una rebaja ya que no hemos ensayado por la mañana y que tiene la sensación de que me estoy aprovechando de su situación.
Se me atraganta la manzana al oírlo. ¿Caro? ¿Caro cuando te estoy cobrando unos 30 o 40 euros menos por venir de parte de un amigo, me llamas el día anterior y me has jodido media mañana esperando a ver si te presentabas al ensayo a la hora que te había propuesto? ¿Aprovechándome de la situación cuando me llamas 2 horas antes del exámen cuando no contaba con el trabajo y encima es para ensayar a la de ya? ¿Aprovechándome cuando no me has dado ni un dato personal, ni un teléfono y tiene pinta de que es porque planeas escaquearte después? ¿Será que formo parte de la nueva campaña de Fanta y yo sin enterarme? ¿Dónde está la cámara oculta?
Aquí ya se me acaba la paciencia, y le explico a Don Céntimo que no es profesional llamar a alguien dos horas antes del exámen para que te acompañe, encima rebajar un precio que ya es de risa y que eso sólo perjudica su hija, que debería haber ensayado como mínimo un par de veces la semana anterior conmigo para poder presentarse a un exámen tan importante con un mínimo de garantías. Que si quería que lo hiciera por cuatro duros que se busque a una amiguita de la clase de la niña, pero que la acompañe un profesor superior del instrumento hay que pagarlo. Es como si tengo una fuga en la bañera y llamo al vecino para que me haga una chapuza o a un fontanero, pero entonces me tocará apochinar con la factura que te cobra un profesional. De hecho le digo que he llegado a sospechar que se trataba todo de una broma o que estaban tanteando a cuánto estaba el pianista, mira qué pianistas traigo, oiga, que me los quitan de las manos.
Queda en preguntárselo a su mujer y que me volverá a llamar. Como imagináis nunca más lo hace. Una lástima, porque ya tenía preparada mi respuesta: "Ay, mira, es que ensayando la pieza resulta que me he roto un brazo". ¿No te jode?