Pues sí, nos ha tocado uno de esos premios que dan en las dichosas papeletas. Esas que compras por obligación al niño repelente de la vecina, más que nada porque sabes que tendrás que venderle tú la del colegio o la parroquia en algún momento y así no podrá negarse. Esas papeletas que cuestan un euro y que olvidas en el bolsillo trasero del pantalón hasta que están teñidas de azul y que nunca te acuerdas de mirar si te tocaron. Porque nunca tocan. Lo sabe todo el mundo.
Bueno... hasta que tocan. Hoy me ha llamado mi madre y me ha contado la buena noticia. Pero cuando ya estaba preparando el champán y la frase "es para tapar agujeros", que es lo que dicen todos, así les toquen 2 euros que 2 millones, me ha dicho el premio:
"Nos ha tocado un poney".
Si es que... lo que no le pase a mi familia.