Pero otra parte de mí no puede dejar de pensar que los besos, cuando se dan con ganas, tienen algo más. Supongo que estáis pensando que soy una chica, así que lo de gustarme los besos me viene de serie. Pero no comprendes el papel tan importante que tienen en la comunicación de pareja hasta que te tienes que pasar una temporada sin darle un beso de esos que hacen que te tiemblen las rodillas. Las semanas que pasé creyendo que tenía la mononucleosis fueron un buen castigo, no os lo recomiendo. Y encima para nada, mecachis.
Además sólo los besos provocan ciertos sucesos extraños. Y no me refiero sólo a que el tiempo se detenga, o eso te parezca a ti, cuando en realidad ha pasado muy rápido en el reloj. Me refiero a esas tonterías que hacemos después de un beso de los que quitan el sentío.
Como dijo alguien una vez "la primera vez no se hace el amor, se hacen los nervios". En el primer beso sí que estás hecho un flan. Te preguntas si lo harás bien, si notará que no tienes experiencia, si deberías decírselo con el título de cierta película americana, qué cuernos hacer con la lengua para no parecer una sosa ni una guarra... Pero no te creas que el fenómeno poltergeist te sucerá sólo una vez en la vida. No, con cada persona hay otro primer beso, o un segundo o un tercero tras el que se te olvida hasta cómo te llamas.
Por ejemplo mi madre me contó una vez que presintió que mi padre iba a besarla y no sabía qué hacer con el chicle. ¿Sacarlo de la boca y tirarlo? Qué poco glamour. Así que se lo tragó, muerta de vergüenza.
La suiza por su parte dijo que la primera vez con el suizo se quedó tan traspuesta que no se dio cuenta de que se había montado en el autobús que iba en dirección contraria hasta que casi llegó al final de la línea.
A mí una vez se me empañaron tanto las gafas que estuve a punto de caerme, estropeando la magia del lugar y el momento. Y otra primera vez salimos a cenar y la camarera me hizo notar ante toda la concurrencia que me había puesto el jersey al revés... y no me había dado ni cuenta. De hecho, estaba tan drogada que le di la vuelta ahí mismo, a pesar de que llevaba una camiseta debajo de lo más sugerente. ¡Libres domingos y domingas!
Y es que los besos, que parecen tan inocentes, deberían venir con etiqueta amarilla. Porque a menos que sean los de tu abuelita tienen efectos secundarios y lo que es peor: crean adicción.
Y vosotros ¿habéis tenido algún beso poltergeist?