Noche de sábado. Habitación de un hotel lujoso. Tras un spa relajante, entre el edredón más blanco y suave que imaginarse pueda.
- "¡Toma esto, perraca!".
- "Pero... serás... pero mira qué cabrito".
- "¡Toma, y toma, y toma más!"
- "Eres... eres... un gilimonguis, eso es lo que eres".
- "No, no, con eso no, ¡con eso no!".
- "¿Te ha gustado? Pues te lo vas a comer otra vez".
- "¡Que no veo nada! ¡Lo has vuelto a dejar todo perdido, cacho guarro!".
Mmm, algún día van a llamar a seguridad a desalojarnos y nos van a pillar en la cama, de zombie y princesita rubia (aquí en versión guarri), dándole al vicio entre risas y maldiciones.
Y ya se imagina usted qué vergüenza, oiga, que en esos sitios la gente decente va... a lo que va.
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on jueves, 7 de mayo de 2009
at 23:08
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