Cada año con los temporales, la anécdota del niño se vive a gran escala con accidentes totalmente evitables. Como los turistas que se acercan a mares embravecidos a inmortalizar el momento y son engullidos por las olas; o jóvenes que salen con mar de fondo a coger percebes, sin ser mariscadores profesionales, y encima se quejan de que no fueron avisados de que subía la marea.
Por supuesto lo de las quejas y denuncias a las autoridades es ya un clásico. La culpa de que se colapse Madrid no es de la ausencia de quitanieves y el papanatismo de las autoridades de este país tercermundista en donde unos pocos centímetros de nieve suponen que se cierren hasta las pistas de los aeropuertos. Ni de los cientos de conductores que circulan sin cadenas. No, es del hombre del tiempo por no avisar. ¿Tan raro es que nieve en invierno? Si cada vez que caen cuatro copos la gente no pudiera ir a trabajar, en Suiza vivirían en perpetuas vacaciones. Si además les cerraran las autopistas y encima les quisieran cobrar la mitad del peaje veríais qué poco les iba a durar la neutralidad y pacifismo a los vecinos. Pero aquí no, toca aguantar con paciencia de santo Job que salga la autoridad incompetente y nos diga que la culpa es del servicio de meteorología. Por cierto, en los telediarios si nieva en la capital del reino parece que se paraliza España, aunque hayan estado con temperaturas polares las provincias castellanas desde hace meses.
El caso es que esta manía de echar balones fuera termina produciendo un curioso efecto rebote. Para no cargar con el muerto, el hombre del tiempo avisa de una tormentilla de verano como si fuera un ciclón tropical, y se alerta a la población por tan poca cosa que el día que pasa algo de verdad nadie se cree que viene el lobo, qué buen turrón.
Malo cuando dependemos de que el ministerio nos informe de que bebamos agua en verano y nos abriguemos en invierno. ¿Estaremos perdiendo el instinto de supervivencia? Pues eso parece, y como muestra os dejo esta escalofriante secuencia de fotos. Jean Guichard estaba haciendo fotografías en helicóptero para una serie sobre los faros de la bretaña francesa cuando vio que el guarda del faro de la Jument salía a observarle pese a que el mar estaba como váis a ver de "tranquilo". Ya sabéis, click en las imágenes para verlas en grande, que merece la pena, y todas las fotografías de la serie aquí.
Una de dos, o este señor no tiene conciencia del peligro... o se aburre uno lo indecible en un faro en altamar.